Es un pequeño y bonito restaurante ubicado en una casa con carpintería metálica que ha resistido el paso del tiempo en pleno Parque Patricios. Una jaula con ogro en lugar de pájaros ilumina una de sus ventanas. El encanto del lugar radica en una falta de pretenciosidad absoluta y en muy buenas pastas caseras. La carta ofrece un menú del mediodía a 1500 pesos que se reducen si se afronta con dinero en efectivo. Hay vino por copas y una nutrida y buena vinoteca que señala la pasión del propietario por los buenos vinos.

Una persona en sala toma los pedidos y otra en la cocina arma los platos y los lleva hasta las mesas. En muchos lugares -sin dudas poco imaginativos- se coloca en el salón a una persona con gran encanto personal, comunicativa y sonriente; en Sangiovese no han titubeado en privarse de ese lugar común de la restauración y han colocado en la cocina a un cocinero sonriente, con buena vibra, y en el salón a alguien eficaz pero más circunspecto.

Los ravioles de ossobuco (1900) son excelentes y sobreviven a una salsa a base de tomate y pesto que intenta anularlos. La combinación no funciona, tampoco la “decoración” con hojas de rúcula. Hay unos ravioles de pollo al curry (1700) que tropiezan con la misma salsa y esa composición me parecen un accidente bastante más grave. Pero estamos en Argentina, lejos de las sofisticaciones o simplezas italianas, y aquí estas yuxtaposicione imaginativas son moneda común y gustan al personal.

La casa ofrece, además de las pastas mencionadas, lasagna, sorrentino Napoli, penne rigate y gnochi. Las pastas son muy buenas, las salsas discutibles en opinión de este cenador, pero probablemente buenas para muchos comensales.

La sfogliatelle de pastelera es una maravilla que bien merece el viaje hasta el lugar. Un consejo, al mediodía no vayan en coche porque es muy difícil encontrar lugar para estacionar.
Los ravioles también se venden en planchas para llevar: ossobuco 1100, pollo 900, calabaza 800.
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Sangiovese Mercato
24 de noviembre 2183
11 3292-6050