Noma, el restaurante que René Redzepi tenía en Copenhague, recibió en el 2014 el título de Mejor Restaurant del Mundo que otorga «The 50 Best». Era la cuarta vez que lo conseguía.
Unos meses después, en enero del 2015, una tropa de setenta cocineros y ayudantes se trasladó desde Dinamarca a Japón. El objetivo -audaz, ambicioso y ciertamente pretencioso- era abrir un Noma efímero en el lujoso hotel Mandarín Oriental de Tokio.
El menú estaba compuesto por catorce platos especialmente concebidos para el público japonés. El precio de las reservas, 300 o 480 dólares si se incluía el vino, hizo que un público ávido de sensaciones se abalanzara sobre la taquilla y agotara los tickets en un solo día.
El hotel ofreció, para los comensales que llegaban desde lejos, la posibilidad de combinar alojamiento con comida por 1150 verdes que incluían un tentador wi-fi gratuito.
Un director de cine holandés llamado Maurice Dekkers, filmó una película con aquella aventura narcisista de los piratas vikingos. Un domingo de abril pasado, durante el último Bafici, la dieron en Buenos Aires. Nunca más se supo pero hay una versión en riguroso inglés, francamente peor hubiera sido en holandés, que perdido en la noche ayer encontré.