
Lo utilice el domingo en pésimas condiciones y sobrevivió al castigo con mucha dignidad. El lunes me propuse someterlo a una prueba de fuego y cociné al mediodía un arroz con costillitas de pechito de cerdo y unos alcauciles. Doble porción. Una la guarde para la noche y la otra me la manduque. Buenísimo. A la noche me propuse comer la otra porción recalentándola en el microondas. Me quedaba un pedazo de una sabrosa nduja que me había obsequiado Odino y la mezcle con el arroz. Tremendo, casi como si lo hubiera hecho recién. Ahora me toca arrodillarme delante de Garip para que me ceda unas bolsas o pedirle a la gente de Pampa Rice que busque algunas bolsitas que estén perdidas por ahí. Si las consigo las compartiré, no tiene nada que envidiar a esos supuestos bombas que dan vueltas por aquí.