Visitamos más de 13 locales entre restaurantes, pastelerías y cafeterías de especialidad de la capital inglesa, probando mas de 37 platos en poco más de 2 días.
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Trabajo. Siempre trabajo.
Es trabajo. Si, es parte de este oficio el probar diferentes platos, conocer las tendencias gastronómicas, entender los diferentes mercados. Comer a veces es trabajo, aunque no siempre se pueda visualizar tan claramente esa línea entre placer y obligación.
Teníamos poco más de dos días antes de viajar a Escocia, por lo que no teníamos tiempo que perder. Escogimos una serie de restaurantes que aun no conocíamos; el tiempo era limitado como para elegir volver a sentarse en las mismas sillas, por más que los recuerdos lo justificasen.




Los nombres
La elección no era fácil, en Londres hay casi 20.000 opciones culinarias entre restaurantes, pastelerías, cafés y bares. Algunos lugares requerían reservas que excedían nuestra planificación, pero así y todo conseguimos concertar cita en los siguientes lugares:
Lina.
Restaurant de corte italiano. Inicialmente poseían una despensa, donde elaboraban e importaban productos 100% italianos, y hace poco decidieron abrir un pequeño restaurante en el SoHo. Una carta impresa en el mantel individual de papel, donde los camareros marcan los platos que uno pide. Informal y bastante concurrido. Una cocina de producto, precios moderados (para Londres) y espacios reducidos.
StreetXo.
Es la sucursal británica del reconocido restaurant madrileño del triestrellado Dabiz Muñoz, quien a poco de abrir, compró la parte de los inversores y fue a por todo, a matar o morir.
Nopi.
Otra de las marcas del reconocido Yotam Ottolenghi, quien ya cuenta con 6 sucursales en Londres donde mantiene su impronta gastronómica.
The Barbary.
La segunda locación en la ciudad del grupo liderado por el famoso Chef Yossi “papi” Elad, quien posee el exitoso The Palomar.
Maitre Choux.
La pastelería del chef Joakim Prat, famosa por sus atractivos eclairs. Tambien en SoHo. Si, hay que reservar para poder sentarse a por un café y degustar sus creaciones.
LyLes.
Ya conocido por muchos, un restaurante al que le veo ciertas similitudes al legendario St John, aunque en este caso tienen una búsqueda de producto algo mas singular.
CockFighter.
Un local de hamburguesas de pollo, bastante famoso en Instagram, que queda exactamente frente a Lyles.
Cakes & Bubbles.
La primera apertura de Albert Adria fuera de España. Un lujoso local que solo ofrece pastelería moderna y vinos espumosos de excelente calidad. 100% Adria.
Patty & Buns
Otro famoso local en Covent Garden que ofrece un producto que funciona en todo el mundo y sigue creciendo dia a dia: Hamburguesas.
Cafes de especialidad.
Recorrimos Jacob the Angel, Taylor Barista, Coffeine, The Gentleman Baristas y Flat White. Todas cafeterías de especialidad que intentan fomentar la cultura del café, tanto en la taza como en el trato con el cliente y el empleado.

El no ranking.
Inicialmente pensé en hacer un ranking personal acerca de los lugares que visitamos, pero sería muy arbitrario y difícil comparar locales gastronómicos de diferentes categorías. Por lo que diré, de manera subjetiva que:
- The Barbary me pareció la mejor opción para comer rico y original, en una barra descontracturada.
- Cakes & Bubbles un lugar para visitar si queremos sorprendernos con la impronta Adria, sin buscar una pastelería clásica de corte francés.
- Flat White es el lugar al que ir para tomar un excelente café, sin descalificar los otros cafés que son superiores a la media de casi cualquier otra ciudad del mundo. Hay que tener en cuenta que en UK ofrece café de especialidad en más de la mitad de sus cafeterías, contra menos de un 2% en países como Argentina o España.


Los platos
Dicho lo anterior, haremos un pequeño resumen de cada lugar. Y al final de cada texto detallaré mi opinión basada en la relación precio/calidad. Ya que al final, lo importante es saber si lo que gastamos es acorde a lo que recibimos.
StreetXo London. The big letdown
Es imposible no compararlo con la sucursal que en 2012 se plantó en la Villa y Corte de Madrid. Habiendo visitado ambos reductos, no dudaría en elegir el primogénito para reincidir una y otra vez. El local que queda en la ciudad de Jack el destripador y Virginia Woolf queda en un subsuelo amplio y oscuro. De estilo algo más conservador que el local madrileño en la terraza de la calle Serrano.
Nos sentamos en la barra. No nos sorprendió tanto que todo el personal hable español, como el oír hablar a todos los comensales a nuestro alrededor comunicándose en la lengua de Cervantes. Evidentemente, en nombre del chef suena fuerte en el mercado hispánico.
Luego de los tragos, pedimos 4 platos del menú a la carta (que podemos ver aquí) :


Pekinese Dumpling – Crunchy pig’s ear, strawberry hoisin, Ali-oli and pickles


Hamachi Usuzukuri-carpaccio – “fish and chips’ with Ají Amarillo and Yuzu

New Delhi lasagna – Lamb shoulder Bolognese with chaat masala tomato, cardamom béchamel and coconut pani puri.

Spanish “Socarrat” Paella – With Wok flamed langoustine and Peruvian lime salsa

Los dos primeros correctos, el Hamachi muy bueno y el dumpling sabía a uno más, bueno pero evidentemente sin el sello Daviz Muñoz que imprime potencia en los sabores.
Del Socarrat, un plato que conceptualmente es imbatible, buena parte del arroz estaba crudo, aunque sabroso. El langostino perfecto.
Y de la lasagna, tal vez el plato que mas me gusto, en el centro estaba fría. No tibia, sino fría.
Podemos deducir que los errores no son de concepto, en absoluto, sino de ejecución. El personal era español, pero tal vez las leyes británicas contemplen otros horarios laborales, el cambio del jefe de cocina, o que el chef estrella no pueda estar todas las noches (aunque viaja semanalmente) sean pequeños motivos que sumados, terminan convirtiéndose en detalles que a veces no pasan imperceptibles.
No pedimos postre, ni repetimos tragos. A esa altura estábamos un poco desilusionados por los detalles mencionados.
Luego de pagar, le comente al encargado sobre la lasagna fría y el arroz poco cocido y me pregunto si estaba seguro si el arroz estaba crudo o me lo pude haber confundido con lo crocante del socarrat. Le respondí que si se lo decía era porque se la diferencia entre el socarrat y el almidón sin hidratar de un grano de arroz. Me dijo que gracias, que presionaría a la cocina para que ajusten esos detalles.
En relación precio calidad, sabemos bien que el lugar no es barato, por lo que imagino que si una pareja va a cenar y además de los platos pide un postre y un trajo, no gastaría menos de 200 libras. Creo que en esos valores, no hay lugar para errores de ejecución, no al menos en 2 de 4 platos.
Lina.
Como dijimos, esta salumeria enclavada en SoHo ofrece producto italiano. Las mesas casi pegadas aprovechando cada espacio no amedrenta al publico que va rotando en las silas casi permanentemente.
Pedimos un sándwich de porchetta, sabroso en un rico pan, sin dressing, solo los sabores que deben estar. Una Nduja con ricotta, picante, bien picante, mucho más que cualquier embutido que haya probado antes. Dos arancini, uno de queso gorgonzola y otro de hongos y queso Taleggio. Un Raviolo de ragú y bechamella y un Pansoti con burrata. Las pastas con un muy buen diente y la baja acidez del tomate denotaban una cocina basada 100% en producto.
De postre un cannolo, relleno con una crema de ricota, y cubierto de pistachos, chocolate y azúcar impalpable.
No podría evaluar los platos basado en la comparación con la cocina italiana autentica, no he comido 30 cannolos o nduja en Italia como para tener un parámetro de referencia. Pero puedo decir si estaba rica o no, y realmente cada plato estaba sabroso, sin fisuras en los productos ni en la presentación la cual no tenía más pretensiones que las de una salumería sirviendo un plato de pastas.
En relación precio calidad es un lugar al que volvería a probar el resto de la carta, creo que descubriría sabores interesantes de la cocina italiana auténtica. Menos de 25 libras por persona.







Nopi.
En este caso no voy a pecar de originalidad. Todos sabemos de la cocina de Ottolenghi y, en ese segmento, brinda una oferta solida e infalible.
Como el tiempo apremiaba reservamos para desayunar; un café muy bueno y dos platos: Shatshuka, un clásico al que le dio una vuelta de tuerca alimonando y especiando el Labne, asando los tomates previamente, y terminando el plato con unos brotes de cilantro.
El segundo plato fue un Black Rice pudding. Podríamos decir que es como un sticky rice con mango, banana y leche de coco de los tailandeses, pero preparado con un arroz negro, cocido con lo que podría ser un almíbar de frutos rojos. Muy bien logrado para convencer a alguien como yo, que no es muy fanático de desayunar algo dulce y además, saludable.
En relación precio calidad, creo que vale la pena salir un poco de los desayunos convencionales y animarse a probar estos sabores. Un promedio de 15 libras por persona para desayunar abundante.


The Barbary.
Como adelantamos, fue “el lugar” de todos los que fuimos. Una carta que cambia a diario, con los productos de mercado que se consigan. Sentados en una barra frente a una cocina dinámica que utiliza las brasas tanto en el grill como en el pequeño horno tandoori donde cocinan los panes naam que inmediatamente sirven en tu plato.
No es una cocina clásica, ni pretende seguir un patrón purista de la cocina de medio oriente. En el menú tiene platos con ají amarillo, chimichurri, un bagel o un pate de hígado de pollo. De esa cocina heterogénea y osada, donde se corren riesgos a la hora de combinar texturas e ingredientes, pedimos los siguientes platos:
Baba Ganush
Falafel con salsas
Pan naam
Pate de hígado de pollo
Pulpo grillado
Bagel
Halloumi
Y un baklava para terminar.
De tragos sin alcohol, uno de sauco y menta.
Todos los platos estaban bien combinados, sabrosos. Alguno pueden gustar más que otros, pero ricos estaban todos. La relación precio calidad es muy buena, cada plato salió entre 4,50 y 7,50 libras, excepto el pulpo que salía 14,50. Salimos felices y bien comidos por poco mas de 60 libras, 2 personas con propina incluida.


Maitre Choux.
Tenía que probar eclairs para un proyecto, y que mejor que visitar la pastelería del chef Joakim Prat ubicada en SoHo. Por supuesto, como en casi todos lados, hay que reservar incluso para ir a tomar algo a las 4 de la tarde.
El local es una pequeña esquina en pleno corazón londinense, bien iluminada y con vitrinas donde se ve un arcoíris de eclairs. Detrás, un horno donde se cocinan a diario muchos productos. Los eclaires, vistosos y bien logrados estaban buenos de sabor y textura, tal vez no los más ricos que haya comido, pero sin dudas los mas “tuneados” en cuanto a presentación. Una propuesta que desde lo visual es muy llamativa.
En relación precio calidad, vale la pena ir, probar alguno que resulte interesante, no va a defraudar para nada, pero tampoco es que vas a tocar el cielo con las manos. Ni con un eclair. Tienen unos menues de 4 eclairs y un latte, que si sumamos otro café y alguna otra cosa, estamos en unas 30 libras para dos personas.

LyLes.
Shoreditch es uno de los barrios que en menos de dos décadas, ha pasado de ser bohemio y poco seguro, a convertirse en una de las zonas más buscadas tanto por los turistas, como por los comerciantes que pagan alquileres exorbitantes por tener su lugar en esta zona “trendy” donde conviven restaurantes, street art, bares hipster, empresas multinacionales y artistas callejeros.
En medio de todo esto, cinco años atrás, James Lowe decidió abrir su propio espacio y ha logrado posicionarse rápidamente en la lista de los 50 best restaurant.
Su cocina parece simple pero oculta técnica, el local es limpio visualmente y se condice con la sencillez que se presentan los platos. Buenos productos, bien tratados y con combinaciones que consolidan la personalidad de la cocina. Pedimos vieiras (Raw scallops, Blood Orange 7 Turnip), lenguas de bacalao (Cond’s tongue, Potato & Ramsom), anguila (Smoked Eel, Collard greens & Dulse)y un sherbet (Meyer Lemon Sherbet), que estaba impecable.
Salvo la demora en algún plato, que excedió los 25 minutos entre uno y otro, no podría hacer críticas a la cocina, que no llego a fascinarme (salvo el sherbet de limón) pero si a admirar el estilo que proponen. El precio por 3 platos, un postre y dos tragos, rondó las 40 libras por cabeza, propina incluida en la cuenta.




CockFighter.
Salimos de Lyles dejando un espacio para probar la hamburguesa de pollo de CockFigther. El local se ubica justo enfrente y los tiempos nos empujaban a terminar la lista de visitas planeadas por la zona (la cafetería Taylor Barista, también en la zona, la habíamos visitado mas temprano)
Pedimos la hamburguesa de pollo, esa que vimos muchas veces en los posteos de Instagram y se veían tentadoras… Ahí es cuando se viene a la mente esos memes de expectativa / realidad que tanta gracia nos hacen cuando le sucede a otro.
Un pan del montón, un pollo frito del montón y un local del montón. En síntesis, ni tan grandes ni tan sabrosas ni tan ricas como parecían. Si es para ir exclusivamente allí, lo mejor es evitarse el viaje y comer cualquier otra cosa, en cualquier otro lado.

Cakes & Bubbles.
Por la tarde y sin perder tiempo, regresamos a SoHo, apenas unos minutos de descanso en el hotel y vuelta al ruedo. Era el turno de visitar el local más joven de nuestra lista, pese a tener apenas un par de meses de inaugurado, sorprendió (no tanto en realidad) la excelencia en el servicio, el conocimiento de los camareros sobre el producto y la atención por el detalle.
En el universo Adria, no existe lo clásico como tal, sino reinventado. Esa es la propuesta y no hay que ir pensando en comer una tarta de queso, un flan o un eclaire como los conocemos; Una combinación de texturas que intentan sorprender, sin alejarse de los sabores a los que remiten; reconocer el plato en nuestra memoria pero sabiéndolo diferente en el paladar. Lo logran con el flan y con la cheesecake, sorprendiendo con un sabor potente. Pero la textura extremadamente aérea del eclaire, hueco, o de la mini tarta de chocolate y maracuyá, me dejaron la sensación de que hubiese disfrutado mas una versión clásica del mismo plato.
Esas 4 piezas y dos copas de champagne, excelente el Antech Limoux 2016, costaron algo más de 25 libras por cabeza. Como opinión personal, creo que vale la pena ir, siempre y cuando no se pretenda ir a llenarse como si comprásemos una docena de facturas. No es la propuesta ni lo que se van a encontrar. Es ir a un hotel clásico londinense donde se conjuga el lujo y la esencia gastronómica de los Adria.




Patty & Buns
Veníamos de una maratón calórica de 48 horas y era la última noche en Londres. Temprano partiríamos a Edimburgo y nos quedaba una sola línea por tachar en la libreta: Patty & Buns. Si. Un lugar de hamburguesas. Para quien aun no lo sepa, es tal vez el segmento gastronómico que más crece.
Para ponernos en contexto y entender el auge de este negocio: En España, la cadena Goiko grill, que se inicio hace unos años con una inversión de 50 mil euros, se ha vendido en 150 millones de euros al fondo de Louis Vuitton. Tanto esta cadena como otras hamburgueserías rechazan muchos clientes a diario por no haber reservado mesa, mientras que muchos restaurantes de mantel blanco hasta el suelo y con una propuesta gastronómica elevada, no llegan a ocupar todas sus plazas ni siquiera en un fin de semana. Los tiempos han cambiado. El comensal ha cambiado. Las reglas de juego, también.
Abarrotado de gente el pequeño local en el corazón de Covent Garden, y con una espera de aproximadamente una hora, decidimos hacer el pedido “take away” y comerlo tranquilos en el hotel.
Pedimos algo clásico, la ‘Smokey Robinson’ (Burger Beef Patty, Cheese, Tomato, Lettuce, Mounds Of Caramelised Onions, Bacon, Ketchup, Smokey P&B Mayo, Brioche).
El pan era muy bueno, tierno pero suficientemente fuerte para contener todos los ingredientes, un bacon perfectamente cocido, carne sabrosa y el resto de los ingredientes a la altura. No soy fan de las hamburguesas, pero si quiero comer algo abundante, al paso y gastar menos de 10 libras, sin dudas que esta hamburguesa no defrauda.

Cafes de especialidad.
Volvamos a poner las cosas en contexto: en Londres, mas del 50% de las cafeterías, utilizan café de especialidad, es decir, compran un café de calidad con una trazabilidad certificada que en algunos casos incluye un numero de parcela, fecha, hora y nombre de quien cosecha los granos, hasta los datos del tostador que con su pericia, se encargó de realzar las cualidades del grano, que será siempre arábiga.
Comparado con países como Argentina o España donde ese porcentaje no llega siquiera al 2%, donde el café que se consume suele ser torrado, tostado en exceso, y de recolecciones donde el grano tiene defectos de categoría 1, el café en Reino Unido es de muy buena calidad en todos lados.
Seguramente te quedaste pensando sobre lo de categoría 1… Sí, hay defectos categoría 1 y 2, y el café de especialidad no debe tener defectos de categoría 1, y no más de 5 defectos categoría dos, por cada muestra de 350gr.
Para no extendernos más sobre el café de especialidad, del cual vengo investigando bastante desde hace un tiempo hasta esta parte, y ya escribiré sobre él en un texto aparte, diré que si bien nombramos a Flat White como el local con el café que más me gustó (por sus notas a frutos secos y poca acidez) debido a que utilizan granos de micro-productores y micro-tostadores, generalmente consumirán esos granos dentro de los 30 días de haber sido tostados, por lo que no siempre se obtendrá el mismo perfil de sabores, aunque siempre conseguiremos un excelente café. Nosotros visitamos Coffeine, Jacob the Angel, Taylor Barista, The Gentleman Baristas y Flat White. Todas excelentes, y con precios similares que oscilan en las 3 libras… Si, podríamos hacer una comparación de calidad y precio con otros países como España, donde el promedio es de una libra, pero eso lo dejaremos para otra nota.