Mientras esperamos que la tropa empiece a realizar croquetas, y nos juntemos un día como hemos prometido, voy a dejar una lista apresurada de las croquetas que en algún momento de mi vida me hicieron tilín-tilin.
También sería bueno que empezáramos a relevar, con foto y descripción, las que se ofrecen en la ex Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica.
Hay un cocinero meritorio que me ha dicho que hace unas estupendas de setas pero estoy esperando a catarlas para opinar porque hablar es muy fácil.
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1. Rabo de Buey y Curry Rojo en el Askua de Valencia. Idénticas a las que los hijos del propietario hacen en el Askua Barra de Madrid.
2. Las de Jamón del Santerra en Madrid. El sabor desnudo del ibérico y Panko en el rebozado.
3. Las de Jamón que hace Nacho Manzano en Casa Marcial. Solo aceite de oliva en el roux y leche fresca sacada del caserío que queda muy cerca. De interior casi líquido.
4. Las del Echaurren, también de jamón, cuando las descubrí hace 30 años fueron una epifanía.
5. Las de conejo con Pisto manchego en un rebozado de pasta kataifi que hacían en la mítica Gastroteca de la Plaza de Chueca.
6. Las de sepia en su tinta con alioli y una espina frita de anchoíta que hace Chema Soler en la calle del Barco, a 100 metros de La Tasquita.
7. Las de ají de Gallina que ofrece Anthony Vásquez en el Tanta de Baires.
8. Las de Compango (chorizo, morcilla, lacón, panceta) de Casa Marcial. Una bechamel sutil, rebozado ligero y una bomba de sabor en el interior.
9. Las croquetas de bacalao de Viridiana hechas con leche de oveja Latxa. Cremosas, muy sabrosas y como el cocinero es un sibarita las acompañaba con una copa de oporto (20 años el muy cabrón) que añadía opulencia y dulzor a la boca.
10. Las croquetas de ossobucco con gremolata de cítricos (ajo, perejil y limón) que comí recientemente en un restaurante de Barcelona del que ahora no recuerdo el nombre.