La Cocina Argentina – Parte 4 de 6

Cuarta parte. El cliente diario, el mercado interno y su segmentación:l os distintos perfiles. La cocina que llego en los barcos de la mano de los inmigrantes. Clasificación de cocina cocoliche: características e identidad.

Parte 4 – Nuestra imagen interna

A nivel local, estamos frente a una realidad un poco más compleja.

Hace casi 30 años que la segmentación de mercado dejo de definirse solamente por valores socioeconómicos, siendo el segmento ABC1 el público al que se dirigen la mayoría de las comunicaciones, ya que es quien tiene mayor capacidad de consumo. La nueva segmentación se denominó VALS (por las siglas en ingles de Valores y estilos de vida).  Para simplificarlo y llevando el tema al terreno que nos compete, explicare cada uno de los perfiles pictográficos de una manera simple y con ejemplos basados en la gastronomía de cada uno de los 5 perfiles definidos para esta segmentación.

Los Integrados:

Es el hombre consumidor, que se deja llevar por las masas y tiene un alto sentimiento de exclusividad en cuanto a lo que consume. Tiene poder adquisitivo pero no cultura, comió sushi cuando se puso de moda, y para  él, el sushi es queso Philadelphia, palta y salmón ahumado y consume vinos por la fama de la bodega más que por gusto. Su razonamiento es que si el vino es más caro o más famoso, será mejor.

Los Émulos:

Son los grandes imitadores, buscan una identidad social, laboral donde al pertenecer puedan suplir su falta de autoconfianza.  Generalmente los adolescentes – sabiendo que la adolescencia cada vez se estira mas – Necesitan ser parte de un grupo de pertenencia. Comían sushi porque se puso de moda, también comieron milanesas de soja porque era sano, tomaban Speed con vodka porque así lo decía la publicidad de ese momento, y ellos son los mas susceptibles a los mensajes publicitarios.

Los émulos realizados:

Son quienes terminaron su adolescencia (tengan la edad que tengan) pero aun no formaron su personalidad, por lo cual terminan cayendo en los estereotipos más altos que pueden caer dentro de su poder adquisitivo, como por ejemplo ir a comer a restaurantes caros, por el hecho de decir donde estuvieron, por contarlo. Suben fotos a Instagram del lugar donde están, disfrutan mas mostrando donde están cenando que la propia cena.

Los realizados socioconcientes:

Son reaccionarios a las publicidades masivas o las modas, más maduros y reflexivos, no pagan por marcas si esta no es respaldada por la calidad del producto, si elije un queso caro, un vino o un restaurant, es porque está convencido que lo hace por gusto y no influenciado por alguna moda o publicidad. Es independiente, culto y odiaría caer en lugares comunes. Gastronómicamente seria quien investiga, prueba diferentes lugares y elige los lugares con fundamentos, incluso preferiría que no sean famosos.

Los dirigidos por la necesidad

Sin demasiadas opciones, su consumo se basa en necesidades reales sin posibilidades de caer en banalidades o gustos, compra lo que puede, y no lo que quisiera. En argentina hay una gran masa crítica en esta situación, y ante la chance de ir a comer afuera una vez al mes, lo hace comiendo una pizza, unas minutas o una parrilla, guiados por el bolsillo más que por un instinto sibarita.

Como conocer nuestro mercado

Ahora, entendiendo como razona cada perfil pictográfico, habría que tomar una muestra representativa de cada segmento, y proporcional al país, para averiguar qué es lo que entienden e interpretan como gastronomía argentina.

No conozco ningún estudio serio referente al tema, al menos con las muestras suficientes para que la estadística avale los resultados, pero de lo que si estoy seguro, que para la mayoría de los argentinos, el tipo común, su definición de la gastronomía argentina esta más cerca del asado, el tinto, la grande de mozzarella y las fritas que de otro tipo de preparación sibarita.

Para el argentino promedio, la gastronomía argentina viene de la abuela, de los inmigrantes, y es lo que consumieron durante toda su vida, la pasta con queso, la milanesa, la pizza, tortilla de papas «versión libre», etc. Una cocina donde el aceite era de maíz cuando era barato y luego se reemplazo por el de girasol por un solo motivo, el precio. El queso que se consumía hace 3 décadas, era el «mantecoso», el «de rallar», mozzarella o algún queso de campo, no existían la rucula, el kiwi o los tomates cherry.

Cocina de Inmigrante:

La cocina era de inmigrantes, pero inmigrantes pobres, algunos la llamaban cocina cocoliche, y hay una historia interesante detrás de ese nombre:

Antonio Cuccoliccio, uno de 3 millones de inmigrantes italianos que arribaron a buenos aires en busca de cumplir sus sueños, ya que su Italia natal estaba sumida en la pobreza, y veían a este país en plena etapa emergente como las posibilidades de materializar sus aspiraciones, empezó a trabajar como peor de circo (el circo de los hermanos José y Jerónimo Podestá), limpiando, alimentando animales y demás menesteres. Si bien su manera de hablar, mezclando palabras del italiano y el español eran moneda corriente entre todos los tanos inmigrantes, un día el cómico del circo Celestino Petray, comenzó su rutina imitando al «tano» Antonio:

«… Mi quiamo Franchisque Cocoliche e sono creolio hasta lo güese da la taba e la canilla de lo caracuse, amico…»

Esa imitación logro un éxito instantáneo y (según las memorias de uno de los dueños del circo, José Podestá) y el humorista termino componiendo un personaje que se llamo Cocoliche, quien entretuvo a su público tanto de Uruguay como de Argentina durante varios años.

El personaje tomo tal dimensión, que ya en el diccionario de la real academia española en su edición de 1927 definió cocoliche como: ‘jerga híbrida que hablan ciertos inmigrantes italianos, mezclando su habla con el español

Debido a esa definición, y entendiendo que la gastronomía empezó a gestarse con la mezcla de recetas y sabores de los inmigrantes de esa época, también se denomino a la cocina argentina (a mi entender porteña), como cocina cocoliche.

Mañana: La identidad en la cocina. Lo que creemos que somos no siempre es lo que ven los demás y tampoco se ajusta, muchas veces, con la realidad. La mezcla de recetas y sabores de los inmigrantes y el «cocoliche» porteño. Hipotésis.

Christian Sala

Nací en la Capital Federal hace poco más de cuatro décadas y soy cocinero, fotógrafo, consultor, viajero por profesión y turista accidental por vocación. He vivido y trabajado en cocinas de lugares rutinarios y en otros increíbles o meramente improbables. Me gusta compartir lo que hago y por eso saco fotos, charlo con mis amigos en largas sobremesas y algunas veces escribo. Para dejar constancia de lo que me gusta y también para saber dónde estoy parado, porque las cosas cambian. Quizás no hoy pero tal vez mañana, o quizás pasado.
Otras notas de Christian Sala
Libros