Una paella puesta en vertical es la prueba definitiva, decía San Agustín, de que el universo funciona porque hay alguien que lo organiza. Si los granos se sostienen, sin abandonarse a la inercia que los empuja a saltar al vacío, es porque el socarrat los contiene y detiene.
En Casa Benigna (el lugar donde yo, Jorge Schussheim y algún otro iluminado come los mejores arroces de la estepa castellana), Norberto los presenta de esa forma, en vertical, para que los clientes puedan apreciar el estado del arte. Yo no quise ser menos porque tenía como invitado a Fito Bergerot (amigo y compañero a través de los siglos) y sabía que no iba a tomar como arrogancia o vanidad lo que era mera comprobación de la falsedad de la teoría de la gravedad.