Según datos del Indec, publicados en La Nación del 6 de enero pasado, la mitad de la población activa en grandes concentraciones urbanas argentinas (un universo de 16,4 millones), gana menos de 8000 pesos mensuales. Otro 40% trepa con esfuerzos desde esa cifra hasta los 22.500 pesos.
Los ingresos de ese 90% -no importa analizar cómo ha empeorado la situación en este último año ni tampoco presagiar cargadas nubes de tormenta- no permite que esos trabajadores puedan visitar a casi ningún restaurante, fonda o cantina.
Los comensales disponibles para todos los merenderos de menor o mayor calidad tienen que surgir del 10% restante que son 1,6 millones de personas. No sabemos qué porcentual de ese número corresponde a cada ciudad. Pero, dado lo exiguo del público y la cantidad de lugares que esperan su visita, no creo que se pueda ser muy optimista sobre el futuro inmediato.