No me gusta los autoelogios, pero hoy haré una excepción. Del 1 al 10, 11. Fue lo mismo que dijo Elizabeth Taylor de las virtudes amatorias de Warren Beatty y esa ponderación, sin duda merecida, siempre me ha conmovido.
El caldo rojo era excelente, la salmorreta alicantina contaba con todo lo que dice la tradición y el sofrito de cebolla con tomate que hice hace un tiempo, 24 horas de cocción a fuego lento, es una bomba. El arroz fue bendecido con langostinos, calamares pequeños y poco más de media docena de almejas. Utilice el azafrán de María José San Román, a mi juicio uno de los mejores de España. Lo infusioné en agua a 65º durante 5 minutos.
Los calamares se comienzan a cocinar, lo digo por el improbable caso de que alguien no lo sepa, en seco. Recién después de que sueltan el agua se añade aceite de oliva, se revuelven un poco mientras se cocinan y se quitan de la olla para volverlos a poner después de tener bien resuelto el pochado de verduras. La eterna discusión sobre el exacto momento de poner la salmorreta lo resolví con una moneda al aire. Salió cara y la coloque después del arroz.
Como España estaba distraída con sus elecciones, cometí algunas heterodoxias que pasaron desapercibidas. Un poco de hinojo en el caldo y una cebolla de verdeo en el sofrito que coció amorosamente un tiempo largo, como los de Beatty.


